viernes, 20 de noviembre de 2009

Supongo, Dylan Thomas







Hago esto en una ausencia beligerante

Hago esto en una ausencia beligerante cuando,
Con su collar de piedra, cada minuto antiguo de la temporada del amor
Abriga mi lengua anclada y resbala por el muelle de piedra,
Cuando, bendita sea la alabanza, su orgullo navegó mástil y fuente
Y fue deslumbrado por el océano en forma de mano
En aquel orgulloso árbol de navegación con ramas conducidas
Por la última bóveda y el rompeolas de verduras,
Y esta casa, débil para el cielo de columnas de tuétano,

Es arrinconada, un andrajo del aliento, una maleza garabateada, una cabeza
Inútil por el opio, el cerco jadeante del cuervo en el suelo hasta que vuela,
O como el nudo del pecho enroscado como la marea que se arrolla otra vez
O rasga ancestralmente el himen cordado del mar,
Y, el orgullo es lo último, se parece a un niño solo
Arrastrado a su madre ciega por vientos magnéticos,
Mansión de pan y leche en una ciudad desdentada.

Ella crea para mí una inocencia de ortiga
Y una culpa de paloma de seda en su ausencia orgullosa,
En las rocas hostigadas la cáscara de las vírgenes,
La perla franca cerrada, los rasgos de las muchachas de mar
Destellan en las cavernas listadas y con huellas de sirena,
Es la doncella en el roble vergonzoso, el arbusto dorado de leones,
Orgulloso como una piedra que amamantó y enorme como los granos de arena,
Que presagia el lecho de la ballena y la danza del toro.

Éstos son sus contrarios: la bestia que sigue
Con el solemne andar del sacerdote y la mano de cinco asesinos
Su vuelo fundido hacia columnas con nidos de ceniza
Y llama al rebaño muerto de hambre por el fuego, y la que fue arrojada
Al hielo, perdida en un silencio inapetente y débilmente arbolado,
Ésa que escala una colina de granizo con fríos pasos de piedra
Y cae sobre un anillo de veranos y mediodías cerrados.

Construyo un arma con el esqueleto de un asno
Y paseo por la playa en guerra junto a la ciudad muerta.
Vapuleo el gran aire, arruino el este, y vuelco el ocaso,
Asalto su corazón apresurado, cuelgo con venas degolladas
Su cáscara retorcida y dejo que sus párpados se cierren.
La destrucción, escogida por los pájaros, rebuzna por la mandíbula,

Y, por el bien de aquel asesino, oscuro por el contagio
Como una onda próxima me extiendo para arrasar.
La ruina, el cuarto de los errores, un crucifijo caído
En el mar apilado y la sombra sostenida con pilares de agua,
Pesada en sudario de roca, es mi pirámide orgullosa;
Donde, herida en el sudario esmeralda y en el viento cortante,
La cabeza del héroe ha sido despojada de todas las leyendas,
Con la mano enguantada de soles viene el anatomista del amor,
Ése que picotea el corazón vivo sobre un diamante.

‘La matriz de su madre tenía una lengua que lamió el barro’,
Gritaron labios vacíos desde sus ínfimas vendas que son madeja y capucha
En ese suelo brillante en que fondeo mi mortaja,
‘Un lagarto que lanza dardos con el hilo de un veneno negro
Retrocede para empujarlo hacia atrás por la cama del tétanos
Y la boca de semillas cegada por un blanco aliento’.
‘Mirad’, redoblaban las máscaras tirantes, ‘cómo ascienden los muertos,
Cómo se enreda un hombre en el inacabable cordón umbilical’.

Estos ojos que una vez fueron ciegos han respirado un viento de visiones,
La raíz de la caldera por esta mano una vez sin corteza
Echó humo como un árbol y se revolvió como un pájaro ardiendo;
Ruidosas, dientes mellados y colas hechas jirones y tambor de telaraña,
Las jaurías envejecidas son pasado que huye de este fantasma en flor,
Y, manso como el perdón venido de una nube de orgullo,
El mundo terrible desnuda la piel de mi hermano.

Ahora en el gran pecho de la nube yacen países sin viento,
Por mares liberados, desde su lugar orgulloso,
Mi amor pasea sin herida ni relámpago en su cara,
Un viento tranquilo que levantó a los árboles como cabellos sopla
Allí donde una vez la sangre de la nieve suave se volvió hielo.
Y aunque mi amor tirase del pálido aire saturado de pezones
Y los orgullos del mañana se amamantaran en sus ojos,
Haría yo esto en una presencia clemente.


(Traduccion de MARIANO DURÁN, todo un regalo)