Punto de Partida - Domingo en el parque, de William Carlos Williams
Signos por todas partes de aves que anidan, mientras
por el aire, lento, un cuervo zigzaguea
con alas pesadas ante los piquetes de avispa
de pequeñas aves que acorralándolo
caen en pirada para apuñalar sus ojos
Caminando —
deja el camino, encuentra el campo
difícil de andar, rastrojos y matas de zarza espinosa
parecen pastura —pero no hay pastura .
—viejos surcos, para decir que la labor sudó
o había sudado aquí .
una llama,
consumida.
La hierba afilada .
¡Cuando! delante de su pie, casi tropezando,
al escoger una ruta, se levanta .
¡un vuelo de alas púrpura!
—creadas invisiblemente (su
cubierta gris polvo) del polvo encendido
en un repentino ardor
Alzan el vuelo, ¡cantando!
y acabado su impulso se zambullen
de nuevo entre las matas ásperas y desaparecen
—pero se van, encienden la mente, un resplandor de alas
y una canción de trinos .
Y un chapulín rojo basalto, largo como una bota
cae desde el centro de su mente
un monte de cascajo se desintegra bajo
un aguacero tropical
¡Chapultepec! ¡cerro del chapulín!
—una piedra opaca cuidadosamente instruida
para llevarse algo del rumor
de la presencia viva que la precedió,
ha precedido hasta su aliento .
Estas alas no se extienden para el vuelo—
¡no hace falta!
el peso (para la mano) encuentra
un contrapeso o contra-boya
por las alas de la mente
¡Tiene miedo! ¿Entonces qué?
A sus pies, a cada paso, el vuelo
se renueva. Explosión de alas, un rápido
trinar :
acompañantes a la ceremonia del amor
—arde al volar
arde sólo al volar—
¡No carne sino caricia!
Lo llevan alas que anuncian.
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