Recorreré los bosques, escucharé el reclamo
en celo de la alondra, me llegaré a los ríos
y escogeré las piedras que blanquean sus cauces.
Al pie de la araucaria
descansaré un momento y encontraré en su tronco
un apoyo más suave que todas las razones.
Prendida de sus ramas dejaré una corona
y el agua por mil veces repetirá su imagen.
Adornará mi pelo la flor del rododendro,
inventaré canciones distintas de las mías
y cubriré mi cuerpo de lirios y amarilis
por si el frescor imprime templanza a mi locura.